domingo, 17 de febrero de 2008

¿Qué pasa por la mente de un asesino?

Es que hay algunas diferencias al analizar la metalidad asesina.
¿Por qué actuamos de diferentes formas si supuestamente salimos de la misma fabrica?

También habría que intentar analizar si todos estamos compuestos de los mismos ingredientes y con la misma proporción.
A gran parte de la humanidad se le ha pasado por la cabeza alguna vez el deseo de matar a otra persona, pero no lo hacemos.
¿Qué es lo que ocurre en esos momentos?
¿Será que nuestra parte primitiva intenta darse a conocer, pero algo, tal vez el raciocinio que hemos ido adquiriendo desde que el mundo es mundo, le para los pies?
¿quizá les falte consciencia?
Que en algunos momentos temporales, no sean conscientes de lo que están haciendo.

Pero si fuese así, ¿Qué es lo que ocurre? ¿que a todos les da por cometer los mismos actos?

La mente humana es muy compleja, se ha estudiado muchísimo sobre ella, pero repito, es tan compleja que ni ella misma se puede autoanalizar...



sábado, 9 de febrero de 2008

Antonio Anglés Martins.

La tranquila vida del pueblo de Alcasser se vio tremendamente afectada la noche del 13 de noviembre de 1992.

Tres niñas de 14 y 15 años de edad habían desaparecido, y no existían rastros, noticias ni pista alguna que pudiera indicar su paradero.



TOÑI




DESIRÉ




MIRIAM



71 días pasaron antes de tener noticias de ellas, pues el 27 de enero de 1993 se conoció el trágico desenlace: las jóvenes habían sido torturadas, violadas y asesinadas.

Dos apicultores encontraron los cuerpos en una fosa de un paraje cercano a Tous.

Antonio Anglés Martins, se convirtió desde ese mismo momento en el hombre más buscado por la policía, el estado y hasta la opinión pública.


Antonio Anglés Martins nació en Sao Paulo (Brasil) el 25 de septiembre de 1966, pero tan solo vivió seis meses allí antes de trasladarse a España.

Según sus familiares y conocidos, era un delincuente habitual y de carácter muy violento, pues solía dar palizas a su padre, tenia antecedentes por robo, atraco y trafico de drogas y era aficionado de la comida vegetariana.

Los antecedentes:


Ya había pasado varias temporadas en la cárcel, en una ocasión por encadenar, golpear y torturar a una ex-novia, a la que había acusado de robarle varios gramos de heroína.

La mujer salvó su vida gracias a la intercesión de la madre y hermanos de Anglés. Este hecho le costó seis años de condena.


Anglés supo aprovechar muy bien los permisos penitenciaros que se le otorgaron. Poco a poco comenzó a pasearse por el pueblo con total impunidad, hasta que en uno de esos permisos de salida de la cárcel se transformó en una la huida perfecta.


“Son todas unas putas y un día me voy a cargar a una”, solía repetir Anglés, y aunque sus palabras pudieran sonar como una simple amenaza, sus presagios se concretaron la fatídica noche del 13 de noviembre de 1992.


Anglés, también conocido como “Rubén”, se encontraba paseando en el auto de su amigo Miguel Ricart (un delincuente común y único inculpado por este crimen), en busca de un poco de diversión, la diversión propia de un psicópata que se crió prácticamente en la calle.

De repente, se presentó lo que tanto ansiaba: tres niñas, Miriam, Toñi y Desirée, que se encontraban haciendo autostop en una gasolinera, con el fin de asistir a una fiesta de su colegio que se llevaría a cabo en la discoteca del pueblo. “¿Vais a Coolor?”, preguntó Anglés, haciendo referencia a la discoteca a la que se dirigían. Las jóvenes subieron al automóvil. Ni se les cruzó por la cabeza lo que les ocurriría unas horas después.


Llegando a Coolor, Anglés le dijo a Ricart que siguiera de largo. Las niñas empezaron a gritar, entonces Anglés sacó su pistola, las golpeó con la culata del arma y posteriormente las ató. El “Rubio”, como llamaban a Ricart, condujo el automóvil hacia Catadau.

Anglés se dirigió hacia el lugar donde solía refugiarse habitualmente, la caseta de La Romana, allí sería donde se concretarían los hechos.


Entre gritos, sollozos, llantos y golpes, dos de las niñas fueron violadas tanto por Anglés como por Ricart. Los criminales quedaron agotados por toda la faena, así que decidieron atar a las niñas y regresar al pueblo en busca de un poco de comida.


Al regresar, dos de las jóvenes estaban moribundas debido a las diversas heridas sufridas, la otra lloraba desconsoladamente. Anglés y Ricart se tomaron el tiempo suficiente para cenar antes de continuar con su fiesta privada. Casi les llevó dos horas poder dominar a esa tercera niña, después de violarla, la volvieron a atar y la dejaron con las demás.
Mientras trataban de dormir, en las colchonetas que allí había, los llantos y quejas de las niñas no dejaban descansar a Anglés, que visiblemente molesto decidió terminar con todo. “No me va a pasar como la otra vez”, le dijo Antonio a Ricart, haciendo referencia al incidente que lo había llevado en prisión.

Cogió el pico y la azada y comenzó a cavar la fosa. “Sin cadáveres no hay crimen”, agregó.

Posteriormente desataron a las jóvenes, que dejaron de llorar, creyendo que a pesar de la traumática situación que habían vivido iban a volver a sus casas.

Pero esto no ocurrió.


Las niñas comenzaron a caminar cuesta arriba, cuando se toparon con la fosa. En ese instante, el semblante de las muchachas cambió por completo. Los gritos y llantos comenzaron de nuevo. Se temían lo peor. Anglés puso dos piedras en una camiseta y empezó a golpearlas. A una le clavó un cuchillo en la espalda. Las obligó a arrodillarse, sacó el arma de fuego, apuntó y les disparó en la cabeza, a sangre fría. Después de vestirlas, las tiraron a la fosa y las taparon con tierra.

Recogieron los casquillos de los proyectiles y limpiaron el coche. Uno de los más brutales crímenes de la historia reciente española estaba finalmente consumado.


A partir de entonces comenzaría una lucha sin cuartel para tratar de encontrar a los asesinos. Pero ni siquiera habían aparecido los cadáveres.

Mientras todos los medios de comunicación se agolpaban en Alcàsser haciéndose eco de la desaparición de las niñas, Anglés se paseaba por el pueblo como si nada hubiese sucedido. Pero en Enero, después de una intensas lluvias, la tierra se ablandó y aparecieron los cuerpos, dos apicultores que cuidaban sus panales, se toparon con la consabida fosa.


A los asesinos se les habían pasado algunos detalles por alto: un guante de Ricart, un volante de la Seguridad Social a nombre de Enrique Anglés y un casquillo también había ido a parar a la fosa.
Instantáneamente, la búsqueda se desplegó sobre un único objetivo: atrapar al asesino, que ahora tenía nombre y rostro, y era el de Enrique Anglés, aunque mas tarde Ricart inculparía a Antonio. Los periodistas saturaron los medios de información con la noticia de que la caída del asesino era inminente.

Por su parte, Anglés, cuando se enteró de la aparición de los cuerpos, le arrebató a su madre el dinero que había cobrado por un crédito y emprendió su fuga minutos antes de que fueran a buscarlo.


La Búsqueda:


Una de las búsquedas más intensas y misteriosas que puedan registrarse en la Criminalística española daba comienzo.


Miguel Ricart, quien no había escuchado las últimas noticias, se dirigió a buscar a Anglés.

Fue atrapado por la policía en la puerta de la casa de Antonio, cuando este ya se había fugado minutos antes. Tiempo después asumiría su parte de responsabilidad en los hechos y declararía todo lo que había ocurrido con lujo de detalles.

Fue condenado a 170 años de prisión. Pero Anglés, el principal instigador y responsable, todavía estaba desaparecido.
A partir de ese momento, Anglés pasaría de ser un delincuente común a un mito de dimensiones públicas llegando a convertirse en el delincuente más buscado por la Policia. Su instinto de supervivencia le permitió conseguir salir de España y llegar a Portugal.
Supuestamente, cruzó la frontera a pie y llegó a Lisboa, donde trabó relación con un drogadicto de la zona portuaria, apellidado Gonzálvez, que lo ocultó durante varios días en su casa a cambio de dinero.
La idea de Anglés era escapar a México o Brasil, pero los acontecimientos se lo impidieron. El cerco que la Policía portuguesa había establecido para capturar a un asesino de prostitutas le obligó ha enrolarse como polizón en el “City of Plymouth”, con destino a Irlanda. Era el 18 de marzo de 1993 y la policía española seguía su pista.


La tripulación se percató de que había un polizón entre los navegantes. Lo encerraron en una de las habitaciones, con doble cerrojo. Cuando llegaron al puerto, comprobaron que había desaparecido. Según los marineros, se arrojó al agua por uno de los ojos de buey del ferry, o tal vez había sobornado a algún tripulante para que lo dejase escapar. Si Anglés tuvo que saltar al agua helada, perfectamente podría haber muerto. Pero lo cierto es que ninguno de los cadáveres que llegaron a las costas del Mar del Norte correspondía con el de Anglés. Un bote de emergencia del City of Plymouth apareció flotando.


Esta fue la última pista cien por cien fiable que se obtuvo de Antonio Anglés, el asesino de Alcàsser. Multitud de pistas a lo largo y ancho del globo irían sucediéndose como un reguero de pólvora. Se especuló sobre si llegó a Londres, fue visto en Brasil, en Miami, en Montevideo, en la República Dominicana y también en Buenos Aires.Todas pistas verificadas, y ninguna comprobada.


Hasta aquí llegan los datos aportados por las versiones oficiales, las que se han ido tejiendo tras largos años de investigaciones en torno al caso. En torno a este caso se han dicho demasiados disparates en alusión a este cruel crimen y sobre su asesino. Falsos rumores muchas veces alimentados desde los mismos medios de comunicación.

Lo único totalmente cierto es que de Anglés nunca más se supo nada.

viernes, 8 de febrero de 2008

Fernando Alberto Rivero Vélez.

Fernando Rivero siempre fue caracterizado como un tipo muy violento, consumidor habitual de drogas duras y experto en artes marciales.
A Rivero, se lo conocía como “El Loco” dentro del mundo de las drogas.

En la noche del 1 de julio de 1998, Rivero tenía todo calculado para dar su “gran golpe”.

Definitivamente así fue, una serie de asesinatos fueron cometidos en el hotel “Reyes Católicos”, en Madrid. Desde muy pequeño, Rivero estuvo sumergido en el mundo de las drogas. Con tan solo 13 años, ya fumaba unos seis porros diarios. A los 16 era consumidor habitual de disolvente, a los 17 experimentó con las anfetaminas y con el LSD hasta llegar a la cocaína, sin duda su droga preferida.

A los 29 años, no podía vivir sin su dosis diaria de coca, la que “equilibraba” con chutes de heroína, su otro alcaloide predilecto.

Para aquel entonces, el abuso de estupefacientes le había dejado graves secuelas psíquicas: oía voces, tenía ataques paranoicos, alucinaba y hasta veía objetos y personas a su alrededor.

En el poblado La Rosilla, Rivero contaba ya con 12 antecedentes en su expediente criminal, entre los cuales podemos mencionar atracos, robos con fuerza, falsificación de documentos, lesiones y atentado a la autoridad.

El robo era habitual para poder sustentar sus vicios, y de vez en cuando tenia que realizar alguna que otra estafa.
Pero hasta el momento, solo había pasado unas pequeñas temporadas a la sombra por delitos menores.

En el año 1993, el cuerpo psiquiátrico del Hospital Gómez Ullúa le dictaminó “trastorno de personalidad con rasgos psicopáticos”, lo que lo exoneró de hacer el servicio militar.
Harto de estar siempre metido en asuntos menores, Rivero se decidió a dar un gran golpe, que lo dejara bien parado de una vez por todas.

Para ello había comprado unos rollos de cinta adhesiva, un cutter, y tenía preparada su escopeta.

Para este golpe, había pensado en el hotel Reyes Católicos, ubicado en pleno centro de Madrid. Debido a los encuentros que había mantenido años atrás con el propietario del hotel, a cambio de dinero y de un lugar donde dormir, Rivero tenía la información de que a principios de mes, el dueño sacaba dinero del banco para pagar las nominas de los empleados.
La noche del miércoles 1 de julio de 1998, Fernando Rivero ya tenía su gramo de coca colombiana recorriendo sus venas, era de lo mejorcito que tenían los gitanos de La Rosilla.

Con la suficiente decisión para concretar el golpe ansiado, telefoneó al hotel para reservar una habitación, ya que sabía que sin reserva no le dejarían entrar. “A nombre de Rivero”, dijo al conserje.
Se dirigió camino hacia el hotel, con la sangre fría y la cabeza caliente.


Tenía todo perfectamente planeado: amenazaría con el cutter al conserje ante el menor descuido y lo ataría con la cinta de embalar. Por si las cosas se ponían feas, llevaba su escopeta cargada, camuflada en una caja de cartón.


Al llegar al hotel depositó la caja de cartón en el mostrador. Cuando el recepcionista fue a darle la llave de la habitación 106, abrió la caja, sacó una escopeta y dijo: “Tú ya estás muerto”.
A partir de este momento, nada salió como estaba planeado.

La turista norteamericana Noranne Siemers, que se encontraba hospedada en el hotel, fue la primera testigo de la escena del crimen.

Tras escuchar tres detonaciones, la familia Siemers, residente en la tercera planta del establecimiento, quiso comunicarse con la conserjería. Al comprobar que nadie respondía, la mujer decidió bajar acompañada de su hija. Al llegar al principal, antes de alcanzar la planta baja, se encontró con un panorama desolador:

dos cadáveres, maniatados, degollados y con heridas de bala se encontraban en el suelo. El pánico las hizo volver instantáneamente a su habitación.

Las victimas eran Rubén Darío Vallina, de 20 años y recepcionista del hotel y Juan Ignacio Arranz, un toledano que hacía tiempo vivía en Madrid dedicado a la hostelería.

En ese momento, Arranz tuvo la mala fortuna de llegar al hotel casi al mismo tiempo que Rivero.
Iba acompañado de Margarita, su compañera sentimental, quien fue la tercera víctima de este brutal crimen. Salvó su vida de milagro. El corte en el cuello que Rivero le propinó con su cutter no fue lo suficientemente profundo como para matarla. Y no le disparó, pues “El Loco” la creyó muerta. Así fue como se convirtió en la única testigo presencial de esta masacre.

Margarita relató como este hombre ingresó por el hall y les dijo que era un atraco, que le acompañasen. Al llegar al primer rellano, se encontró con Rubén Darío, que estaba amordazado y maniatado en el suelo.
Cuando Rivero comenzó a atarla le pidió con tranquilidad: “Por favor, tenga cuidado, que tengo asma”. “Tranquila, dentro de poco ya no tendrás que preocuparte del asma”, le contestó él, acto seguido le cortó el cuello y cayó al suelo. En todo momento estuvo consciente y pudo escuchar las quejas de Rubén mientras era degollado, las súplicas de Juan Ignacio pidiendo a Rivero que no acabara con su vida, así como las detonaciones finales. Sin más cartuchos, se acercó a Margarita y levantó su cabeza cogiéndola por el pelo. Margarita se había desmayado, Rivero la dio por muerta.
Terminada la matanza, el criminal prosiguió la búsqueda del dinero en las dependencias del hotel. En ese momento, Margarita recobró el conocimiento. Como pudo se repuso, taponó su herida con una camisa y se dirigió a la planta baja.

Entretanto, el asesino había vuelto al lugar del crimen. Al ver que Margarita había desaparecido, se asustó y bajó corriendo a la recepción. Presa del nerviosismo, revolvió los cajones, sin encontrar las 19.000 pesetas que había, y empezó a golpear el ordenador del vestíbulo en un intento de borrar de la memoria su reserva en el hotel.

Al ver que Rivero todavía se encontraba en el hotel revolviendo los papeles, Margarita regresó a pedir ayuda en las habitaciones superiores, mientras se iba desangrando, sin que nadie le abriera la puerta. Una vez que escuchó la marcha del asesino, volvió a la recepción. Llamó entonces por teléfono a un servicio de urgencia regional. Tampoco la respondieron.

Fue después de llamar a la Policía cuando salió a la calle en busca de ayuda. Un taxista la llevó a un hospital.
Lo que Margarita relató a la policía coincidía exactamente con la reconstrucción del crimen.

Aunque todavía no se conocía al autor del crimen. Había dejado la caja en la que camufló la escopeta en la recepción del hotel. Esto no hubiera sido importante de no ser porque llevaba impresa la dirección de una tienda de muebles de Alcalá de Henares.
Un policía recordó que cerca de esa calle vivía un conocido delincuente llamado Fernando Alberto Rivero Vélez. También, el hecho de que el asesino rompiera la pantalla del ordenador, sirvió a la policía para comenzar la identificación entre los clientes del hotel. De hecho, poco tiempo después encontraron la ficha escrita por el conserje, donde constaba la reserva realizada a nombre de Rivero. Todo cuadraba, el asesino había sido identificado.

Minutos después de haber cometido semejante crimen, “El Loco” fue en búsqueda de su novia Olivia Aceituno, que trabajaba en un bar de carretera hasta altas horas de la noche.

Se encontraba algo nervioso aquella madrugada, y le dijo que quería marcharse a otro lugar para evitar enfrentarse al juicio que tenía al día siguiente por una de sus causas pendientes. Entonces emprendieron la huida hacia Castilblanco, un pueblo de Badajoz donde los padres de Olivia tenían un piso desocupado.
Rivero volvió a cometer otro grave error, el que le costaría que lo apresaran sin ninguna complicación. Un confidente de la policía había recibido una llamada de Rivero, donde figuraba el número desde donde la había realizado.

La mañana del sábado, a menos de tres días de haber cometido el crimen, Rivero fue atrapado por los agentes del grupo de homicidios de la Brigada de Policía Judicial y de la comisaría de Alcalá.
Rivero fue trasladado a la cárcel de Badajoz.

Durante un traslado a la Audiencia Provincial de Guadalajara, consiguió fugarse esposado tras golpear con un candelabro al guardia civil que lo acompañó al baño.

Aunque poco duró la fuga de “El Loco”, anduvo vagabundeando por La Rosilla, e incluso estuvo trabajando en la cocina de una ONG.Pero fue localizado y reingresado en prisión.

El diagnóstico efectuado por el psiquiatra (única persona que escuchó la confesión de Rivero sobre el crimen) fue contundente: “elevada peligrosidad debido a la indiferencia a las normas, frialdad de ánimo e incapacidad para aprender con la experiencia“.El mismo médico de la unidad penitenciaria de Valdemoro relató las palabras de Rivero:
“aquella noche perdí el control de mis acciones, oía voces, había algo superior a mí que no podía controlar“.

Recientemente, Fernando Rivero protagonizó otro episodio violento, mientras se encontraba en la prisión de Aranjuez, donde apuñaló mortalmente a otro interno.

jueves, 7 de febrero de 2008

Niños desaparecidos

Vamos a hacer un breve paréntesis en "Asesinos de la historia" para hablar de un tema que actualmente está en muchas bocas y en muchos medios de comunicación y desgraciadamente cada vez crece más.

Si ya nos parece cruel e inconcebible que desaparezca una cantidad incontable de personas al día en el mundo, que prodríamos pensar de los niños que desgraciadamente están arrebatando de sus hogares unos desaprensivos que cualquiera sabe lo que tienen en sus mentes atrofiadas.

Esas familias con el corazón desgarrado de dolor y la impotencia latente en su ser.

¿Por qué sigue ocurriendo estas cosas hoy en día, con lo supuestamente, avanzada que está la tecnología y medios para evitar estos temas? y ¿Por qué se tarda tanto en rastrear, en encontrar pistas que nos lleve al autor? ¿Por qué estos tipajos actúan de esta forma, necesitan morbo o es simplemente un juego?

No lo sé, pero lo que si sé es que siguen desapareciendo muchos niños de los cuales no se sabe absolutamente nada y aún más, en sitios reducidos o al menos algo más acotados.


Vamos solamente a recordar a un par de ellos, pues no habría páginas en ningún sistema que pudiera aguantar tantos casos.


Empezaremos con una niña que desapareció, si no me equivoco, hace cerca de dos años.
De Las Palmas de Gran Canaria Sara Morales.

Después de su desaparición se la ha visto, supuestamente, en varios lugares e incluso en otras islas. Pero todo ha sido en vano. No se sabe nada desde hace tiempo, esperemos que aparezca pronto.


Seguimos en Gran Canaria con Yeremi Vargas.



¿Quién sería capaz de llevarse a un niñito tan pequeño?



El dolor de toda su familia nos llega muy hondo. Pero nos sentimos impotentes, pues se ha buscado, rastreado varias zonas y no se ha encontrado nada.



Esperemos que pronto aparezca un rayo de luz que ilumine su hogar.



Se ha comentado que un extraño con furgoneta blanca ha fracasado en otros intentos de raptos aquí en Gran Canaria, afortunadamente.



Nos iremos ahora a un caso más cercano, el de Mari Luz Cortés de Huelva.

¿Qué tipo de individuo sería capaz de llevarse a esta preciosidad? Su familia, conciudadanos y toda España está destrozada.

Ojalá el psicópata que la raptó le mire a la carita y vea lo que vemos nosotros, bondad y toda una vida por delante. Que se le ablande el corazón y no le haga daño.


Sólo les pregunto a todos estos psicópatas, ¿Qué intentan hacer, compararse con todos los asesinos que ha habido en la historia para, tal vez, ser famosos?

Sería de risa, sí , si os tuviera delante me reiría de vosotros.

Se está hablando de estos personajes como "asesinos", como lacra, auténtica basura y es donde vais a ir vosotros, porque tarde o temprano se os va a apresar y si no os lincha la ciudananía, vais a morir en una mini habitación con rejas en la que duermes y meas sin casi moverte.


Os aseguro que no pasareis como famosos, las personas se crean la fama con el sudor de su frente o con sus virtudes y vosotros careceis de todo eso, sois unos auténticos inútiles que haceis lo que haceis para que se os nombre en los periódicos y sentiros fantásticos, sí os sentiréis así vosotros, porque para nosotros seríais simple mierdecilla que no sabríamos donde tirar pues el universo es tan grande pero tan hermoso que no queremos contaminarlo con basura mental y rastrera que no es capaz de enfrentarse a un igual sino a indefensos niños.


Pronto tendréis que aparecer, vivos o muertos, pero no os vais a poder esconder por mucho tiempo, los asesinos de antes eran mucho más inteligentes que vosotros y se les apresaba, cómo no a vosotros que sólo sois simple escoria.

Pedro Alonso lópez " El monstruo de los Andes"


Por las manos de este personaje perecieron unas 300 víctimas.
Nacido en 1949 e hijo de prostituta fué séptimo de 13 hermanos.
Su madre le sorprendió un día, cuando tenía sólo 8 años, manteniendo relaciones con su hermana menor, fué expulsado de su casa y se vió en las calles solo y desamparado.
Salió desde Colombia hasta perú y luego a Ecuador, escogiendo a su paso a pobres niñas de comunidades indígenas.
Las violaba y luego las estrangulaba mientras les miraba a los ojos.
Después de confesar tuvo que enseñar a la policía dónde estaban las tumbas para que le creyeran.
Actualmente cumple condena de por vida en un centro psiquiátrico.

martes, 5 de febrero de 2008

Harvey Murray Glatman

Nació en colorado. fue un niño marcado, pues tanto vecinos como compañeros de colegio se burlaban de su fealdad e incluso su familia le despreciaba.


Poco a poco iba sintiendo odio por todos hasta que se vio sometido a una soledad obsesiva, volviéndose molesto ante la presencia de cualquier persona, hasta que llegó el momento en que se aisló de todo.

Si no hubiese estado marcado por su fealdad, quien sabe a dónde hubiera llegado pues su coeficiente intelectual era de 130.

Sexualmente era un hombre frustrado, ninguna mujer quería mantener relaciones con él. hasta que se vio obligado a robar pertenencias a algunas mujeres para así crearse fantasías con esos objetos y masturbarse pensando en ellas.

Con 17 años sintió que necesitaba algo más, las fantasías ya no le otorgaban tanto placer. Así que se hizo con la réplica de un revolver con el que intimidaba a las mujeres y las obligaba a desnudarse sin llegar a nada más. Entonces pensó que aquello sólo le proporcionaba poco tiempo de placer.

Ahí comenzó a realizar fotografías siempre a escondidas y con sumo cuidado, pegándolas luego a las paredes de su habitación.

Al pasar el tiempo se trasladó a Nueva York y allí vio el nuevo mundo que se abría ante él, un mundo lleno de mujeres a las que fotografiar. Así comenzó a motivarse con este hobby y fotografiaba sin parar para luego masturbarse viéndolas y fantaseando con cada imagen.

Hubo un momento en el que el dinero se le agotó y tuvo que recurrir al robo incluso con agresión. La policía lo atrapó y fue condenado a 5 años de prisión en el que se mantuvo impasible.

Al salir de la cárcel en 1951, su odio había crecido, se trasladó a Los Angeles donde abrió un taller de reparación. Alternando su trabajo con su afición a la fotografía.

Estando en la cárcel descubrió las revistas pornográficas e imaginaba fotografiar a esas mujeres que siendo modelos, no le dejarían de sonreir pese a su tara.

El 31 de julio de 1957 conoció a su primera víctima, una modelo que comenzaba su carrera: Judith Ann Dull

la cual sabía que para ser reconocida y ser importante en este mundo tendría que ceder a algunas peticiones.

Harvey la engañó haciéndole saber que trabajaba para una prestigiosa revista y que éste sería su salto a la fama. La convenció diciéndole que para que las fotos fueran comerciales, tendría que ser seductora y provocativa, que él había pensado que para que fueran más calientes y si ella no se oponía, podía simular atarla de pies y manos.

Ahí ya la tuvo inmovilizada. Ella obedecía a todas sus peticiones hasta que se dio cuenta que él pretendía forzarla, por lo tanto intentó luchar por salir de esa situación, pero, estaba atada.
Harvey logró violarla dos veces.

El se dio cuenta de lo que acababa de hacer y con sus antecedentes si la chica lo denunciaba, pasaría el resto de su vida en la cárcel. No la podía dejar escapar.
A punta de una pistola real, la condujo hasta su coche y la llevó hasta el desierto, adentrándose al máximo en éste.

Allí volvió a forzarla y a sacarle más fotografías. La chica le rogaba que por favor la dejara ir, que no lo denunciaría, pero él ya tenía una idea, la extranguló con una cuerda y después de que la chica muriera se arrodilló pidiéndole perdón.

Con el pensamiento negativo de que la policía le volvería a detener, que cuando descubrieran el cadáver lo harían, regresó a su coche, pero no fue así.

Estuvo mucho tiempo arrepentido y cuando decidió revelar las fotografías se enamoró tanto de las imágenes que las colgó por toda la casa. En el año 1958 y tras empezar a planear su próximo asesinato se inscribió en un club para solteros. Contactó con una chica de 24 años llamada Shirley Ann Bridgeford


dando un nombre falso Harvey quedó con ella el 8 de marzo de ese mismo año, pero la chica al conocerle quedó horrorizada por el rostro de Harvey.

Entonces a Harvey le aumentó el odio y en este caso lo canalizó hacia ella. la encañonó y se la llevó al desierto repitiendo exactamente los actos que había cometido con Judith.

Esta vez no se arrepintió. le había cogido el gusto a esta vocación, así que comenzó a buscar a otra víctima.
Esta vez consultando los periódicos llegó a conocer a una prostituta llamada Ruth de la cual se enamoró, pero ella lo rechazó y le dejó claro que sin dinero de por medio no habría nada.

Entonces Harvey, a pesar de que la amaba, la condujo a su cementerio preferido, el desierto y repitió el ritual de siempre.

Ya eran tres los asesinatos. Volvió a su primer modus operandi y puso un anuncio en un periódico, proponiéndose como fotógrafo para jóvenes modelos con ganas de triunfar. De este modo apareció Lorraine Vigil.

Harvey directamente recurrió al encañonamiento llevándola también al desierto, pero el no esperaba que la chica forcejeara con él.


El primer disparo dio con una de las piernas de la muchacha la cual siguió luchando con él.
Una patrulla de policía, que andaba patrullando cerca, alertada por los ruidos, llegó hasta ellos y apresaron a Harvey.


Esta muchacha valiente salvó su vida y a saber la de cuantas más.

Harvey Murray Glatman confesó y fue juzgado y sentenciado a muerte , como no quiso apelar el juicio sólo duró 3 días.


El 8 de agosto de 1959 fue ejecutado, sin lamento ni queja. Sus últimas palabras, muy humanas para lo que hizo, fueron:


"Es mejor así, tarde o temprano esto tenía que terminar así"