miércoles, 14 de mayo de 2008

Trío diabólico

Una mujer fue, digamos el objeto y partícipe de una cadena de asesinatos en serie.




Su nombre, Valérie Subra, que junto a Laurent Hattab y a Jean-Rémy Sarraud, se convirtieron, gracias a la prensa de la época en el "Trío diábolico".

El fin de sus crímenes era conseguir dinero para viajar a América.


Valérie se dedicaba a relacionarse y entablar amistad con hombres que estuvieran solos y tuvieran dinero.


Nunca mató a nadie, pero fué acusada de cómplice con premeditación y ensañamiento en dos asesinatos.


Se crió en un ambiente en que su madre se divorció dos veces. No quiso nunca estudiar ni saber nada que tuviera que ver con la disciplina.

Ya a los dieciocho años conoció a Laurent del cual se hizo amante.


Laurent era un chico de familia adinerada, hijo único y muy consentido, al igual que Valérie, no quería saber nada de disciplina. Su familia de buenas a primeras cayó en bancarrota y viéndose sólo con un pequeño sueldo, decidió buscarse la vida de una forma fácil y criminal.


conocieron e intimaron con Jean-Rémy, otro chico con problemas pues se crió sin padres al ser abandonado.
Se convirtió en un chico de la calle y eligió el peor camino que pudo.


Así se convirtieron Valérie, Laurent y Jean-Rémy en el trío diabólico.


Valérie se hacía invitar a cenar con cientes para luego llevarlos a su casa, después de un momento, usaba cualquier pretexto para dejar abierta la puerta de la entrada.


Así aprovechaban Laurent y Jean-Rémy para entrar en la casa y atar de manos y pies a Valérie, para disimular y a su cliente, para así quitarle todo lo que tuviera de valor.



Hicieron varios intentos hasta que en los dos asesinatos, el del abogado La Salle y el del comerciante Pierre Zerbib, utilizaron el mismo sistema, pero en estos casos llegaron a torturar a sus víctimas para que les dijera donde guardaban el dinero, después de lo cual, los apuñalaban hasta dejarlos sin vida.

Pero como se comportaban como los aficionados que eran, al poco tiempo los detuvo la policía.



Fueron declarados culpables y a pagar cada uno, una condena a cadena perpetua.

Pena que cumplen actualmente en diferentes penitenciarías francesas.

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